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El caso "Pizzagate": el nacimiento de una nueva era de desinformación

  • Foto del escritor: Raúl Blanco
    Raúl Blanco
  • 3 dic 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 8 dic 2024

Inventarse la existencia de una red de pederastas para sabotear la candidatura de un adversario político resulta tan inmoral e inverosímil que parece sacado del argumento de una película. Lamentablemente, hay ocasiones en las que la realidad supera a la ficción, y el caso aquí analizado es buena prueba de ello. El "Pizzagate" ejemplifica a la perfección el potencial y el impacto de la desinformación en el tablero político del siglo XXI.

La campaña electoral estadounidense de 2016 fue una de las más tensas y conflictivas de la historia democrática del país norteamericano. Durante los meses previos a la cita electoral, los enfrentamientos entre demócratas y republicanos, encabezados por Hillary Clinton y Donald Trump, respectivamente, superaron los límites morales del debate político, transformando este último en un constante intercambio de reproches, descalificaciones y acusaciones mutuas. La atmósfera era tan bronca que los comicios se convirtieron en una auténtica batalla campal, generando una polarización tan profunda que trascendió las fronteras del ámbito político y causó una fractura ideológica sin precedentes en la población estadounidense.

Durante la campaña presidencial la cantidad de bulos, informaciones falsas y desinformación que circuló en Estados Unidos alcanzó niveles preocupantes. No obstante, hay un caso que sobresalió por su impacto y repercusión mediática: el "Pizzagate". Esta teoría de la conspiración se difundió a través de redes sociales y foros virtuales de debate como 4chan, Reddit y Twitter, afirmando que la pizzería Comet Ping Pong, ubicada en Washington D.C., era el centro de una supuesta red de pedofilia vinculada a Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata.


La narrativa conspirativa de la teoría se basó en la interpretación de supuestos mensajes codificados en unos correos electrónicos personales de John Podesta, jefe de campaña de Clinton, filtrados por WikiLeaks. Estas filtraciones se acompañaron de falsos testimonios de fuentes policiales, configurando un caso evidente de desinformación intencionada para dañar la imagen de Clinton y perjudicar su candidatura en los comicios norteamericanos. El impacto de esta teoría conspirativa fue enorme y el rumor se propagó rápidamente por Internet, fruto de que muchos internautas la difundieron en sus perfiles de redes sociales, creyendo que era cierta, y contribuyendo de esta forma, aunque de manera involuntaria, a la expansión de esta información errónea.


Sin embargo, no toda la propagación del caso fue accidental. Varias figuras públicas, medios de comunicación y grupos, especialmente aquellos cercanos a la ultraderecha, participaron activamente en la difusión de esta desinformación, amplificándola con fines políticos. Estos actores aprovecharon el altavoz y el alcance de las redes sociales y la facilidad con la que las noticias falsas generan impacto emocional entre la población para reforzar narrativas contrarias a Hillary Clinton y al Partido Demócrata. La intencionalidad detrás de estas acciones iba más allá de una simple manipulación mediática: buscaban socavar la confianza pública en la candidata demócrata y exacerbar la polarización política en un país ya profundamente dividido entre rojos y azules. Todo con el objetivo de asegurar la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Es el caso de Michael Flynn, asesor de seguridad nacional de Trump, quién compartió el rumor en sus perfiles públicos de redes sociales con la única intención de beneficiar las opciones del republicano.


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Publicación de Michael Flynn en X (antiguo Twitter) sobre el caso "Pizzagate".


Hay un dicho popular que dice que se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Sin embargo, en esta ocasión la mentira llegó tan lejos que llegó a provocar un tiroteo en la pizzería Comet. Y es que un hombre de 28 años, convencido de la veracidad de la teoría del "Pizzagate" decidió tomarse la justicia por su mano e irrumpió en el restaurante con un fusil de asalto. Afortunadamente, todo quedó en un susto. Nadie salió herido y los agentes de polícia lograron neutralizar al asaltante. Una noticia falsa que acabó en un tiroteo real.


Así, a través de publicaciones incendiarias, memes y el uso estratégico de foros de debate, medios de comunicación y redes sociales, la teoría del Pizzagate pasó de ser un simple rumor a consolidarse como una arma de propaganda, ejemplificando cómo la desinformación puede influir significativamente en el panorama político y social actual y suponiendo, a la postre, la primera piedra de la nueva era de la desinformación y la manipulación informativa.

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